
Uno de los grandes errores de los humanos en general es idealizar el pasado con frases cliché del tipo" esto en mis tiempos esto no pasaba", pero si uno escarbase apenas se percataría del error de emitir esos juicios tan a la ligera. Ahora si uno se impresiona de Britney, Amy, Lindsay o Heath, la vida de la actriz Frances Farmer es para quedar en estado de shock.
Frances Farmer estaba condenada a figurar. Tenía belleza, talento, carácter e inteligencia. Nacida en Seattle en 1913 impactó a la sociedad de su época escribiendo un ensayo que negaba la existencia de Dios cuando tenía apenas 16 años, luego estudió teatro en la universidad de Washington y gana un viaje a la Unión Soviética. Obviamente esto fue pésimamente recibido por la ciudad y por su madre una verdadera arpía. Pero Frances lo aceptó y llegó a Hollywood, los jerarcas de la época habían encontrado la horma de su zapato y en pocos meses ya era una diva. ¿ Qué podría salir mal? Bueno, la vida generalmente es injusta y luego empezaron los problemas. La blonda actriz no quería ser títere de Hollywood y quería hacer las cosas a su pinta. Malísima idea siendo mujer en los años cuarenta. Aparte nuestra amiga tenía el nunca bien ponderado vicio de mezclar el alcohol con pastillas y como tenía carácter a los poderosos eso les caía pésimo. Tras dos incidentes de violencia deciden tratarla como menor de edad y no encuentran mejor idea que llevarla a un manicomio donde sufrirá los abusos más espantosos. Inclusive se habla de una lobotomía, proceso bastante común en los cuarenta y cincuenta. Tras varios años y desligándose de la nefasta influencia de sus padres sale del infierno. En 1958 una Frances hecha mierda por dentro pero con una dignidad para aplaudir la invitan a un programa tipo Primer Plano pero mucho más cabrón y luego hará un talk show durante muchos años. Fallece en 1970 producto de un cáncer al esófago.
La película que narra su ascenso y caída se llama Frances y es protagonizada por Jessica Lange rol que le valió una nominación al Oscar en 1983.

