¡Por fin! Si esto no se había escrito era por el estrés postraumático del cotejo. Ambos equipos ( suman 6 títulos mundiales) estaban listos para la guerra. El primer tiempo si parecían monos animados ( momentos notables cuando Killerazzi casi deja inválido a Klose) las tapadas de Buffon, el candado de Cannavaro y Cía Ltda , las corridas del Generoso Gennaro etc etc. Los alemanes intentaban romper el candado pero no se podía, Italia tampoco. Hubo oportunidades que no se concretaron para ambos bandos. Aunque los Azzurri ganaban por goleada con Alemania existía la posibilidad de definición a penales que no era lo óptimo para Lippi.
Ya que no pasó naranja ( es decir de goles) en los 90 minutos fueron a alargue, Lippi puso a Del Piero e Italia tuvo dos chances gloriosas de rematar el arco de Lehmann pero no se pudo.
Cuando ya el partido estaba muerto y yo me quería tirar por la ventana metió Grosso un gol ídem ( igual que La Gran Australia) y con mi mamá saltabamos a lo locas ya ni miraba por tanto jolgorio, Del Piero hace otro y más gritos y los alemanes quedaron lelos ante una tarantela de última hora.
*Lean la columna de Bianchi está buenísima
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Vaya fiasco ( Sacado de Deportes de El Mercurio, 04-07-2006)
Felipe Bianchi Leiton
Todos los aficionados creían que Brasil iba a ser campeón. Pero los aficionados son eso: aficionados. Lo traigo a colación aún sabiendo que el matón intelectual es un tipo detestable que no pretende deliberar, sino que quiere un desfile de derrotados frente a él. Pero qué diablos, yo soy de esos tipos. Y cuando apuesto y gano, me gusta cobrar.
El 21 de marzo pasado, hace tres meses, aseguré en estas páginas que no había ninguna posibilidad de que el súper favorito, Brasil, fuera campeón del mundo. Que Ronaldinho y Kaká eran débiles de ánimo. Que Roberto Carlos, Cafú, Adriano y Ronaldo pasaban por un pésimo momento. Que estaban tan inflados que la suerte les iba a pasar la cuenta. Que se intuía un cuadro sin alma ni táctica y que, por ende, sería un rotundo fracaso. Un fiasco.
Así no más fue. Por eso ahora cobro. Es lo justo. Y también es un nuevo recado para aquellos que insisten, majaderamente, que no hay nada que analizar en el fútbol porque la cancha siempre ha sido un misterio ¡Para ellos será un misterio!
Los que dieron como campeón a Brasil son los mismos que aseguraron que Chile clasificaba al Mundial. Los mismos que cuando Borghi perdió los primeros partidos ante Guadalajara dijeron que se venía un fracaso de campanillas. Los mismos que apostaron que el Real Madrid sería campeón al trote en España.
Leen mal el fútbol. Punto. No es grave. En el periodismo deportivo nacional hay gente buena para las entrevistas, gente buena para asociar ideas, gente buena para relatar, gente con una memoria privilegiada, gente notable para decantar fenómenos sociales o para emocionar a la gente. Incluso varios talentos afuerinos, respetables escritores, que siempre aparecen para los mundiales. El problema es que la mayoría de ellos no sabe nada de fútbol.
¿Quiere saber quién entiende? Simple. Dígale que le opine de este Mundial. Y borre altiro a los que digan que ha sido malo... Pobrecitos. Ha sido estupendo. El mejor en mucho tiempo. ¿Otra? Pregúnteles por Italia. Si no les gusta, si no los tuvieron entre los candidatos desde un comienzo, no saben nada.
A los arrogantes hay que darles arrogancia. Por eso me cago en los lugares comunes, el análisis grueso y el atrevimiento insolente de quienes aseguran que el fútbol brasileño es arte mientras que el de los italianos y los alemanes es basura. Eso es tan tonto como decir que los comunistas se comen a los niños.
Los brasileños juegan bien a la pelota. Punto. Los italianos, los alemanes, los franceses y los portugueses, en cambio, juegan bien al fútbol. Y muy bien. Un fútbol precioso. Mecanizado quizás, pero fantástico, ya que aceitar un mecanismo futbolístico es mucho más difícil que meter un taco o hacer unas cuantas cachañas.
Este Mundial, gracias a Dios, ha sido lapidario contra los "potreristas" y "pichangueros". Hemos visto grandes equipos y grandes partidos de fútbol. Y los seguiremos viendo. Sin Brasil y sin Argentina, porque el fútbol no es realismo mágico. No es Macondo, como quisieran los más flojos (¿se ha fijado que a los flojos siempre les gusta Brasil?).
A propósito: rompamos otro mito. Apoyar a Brasil no es apoyar al débil. Brasil, en el fútbol, es lo mismo que Estados Unidos en la política. Un matón. Controla la FIFA y la Confederación Sudamericana, su campeonato está más arreglado que el italiano y el lavado de dinero de rusos e iraníes llegó con ellos al continente.
Brasil es el poder. Brasil es la plata. Brasil es el grande. Si los ideologizados de siempre fueran coherentes, en vez de llorar debieran estar aplaudiendo: el abusador se ha ido.